“SER CAMPESINO HOY DÍA ES UN HONOR”

Su trabajo le valió un reconocimiento durante el Día del Campesino y fuertes aplausos en el Seminario Desafíos, realizado por el Ministerio de Agricultura en la Región de Aysén.

Autor: Indap

Aysén

Trabajo, determinación y un sueño del que habla con convicción y poesía, definen a Juan Medina Catalán, 56 años, ejemplo de esfuerzo y dedicación en programas y proyectos respaldados por INDAP, INIA e INFOR.

Este hombre de contextura delgada, tez morena, ojos oscuros y siempre con boina sobre su cabello negro, fue reconocido durante el Día del Campesino conmemorado este año en Coyhaique y vigorosamente aplaudido por 200 productores, académicos y profesionales en el Seminario Desafíos, realizado en septiembre último por el Ministerio de Agricultura en la Región de Aysén.

“Como un rompe hielo y sacándose los guantes” dice él, trabaja junto a Berta Díaz Añasco las 37 hectáreas de su campo Santa Andrea, en el sector Viviana Norte, kilómetro 21 del camino Aysén-Coyhaique.

“Ser campesino hoy día es un honor. Hay que aprovechar todos los recursos del Estado y de los nuevos tiempos, valorar la tierra para las nuevas generaciones, pues viene mucha gente detrás de nosotros y hay que dejarles un legado como lo dejó mi padre y mi madre”, indicó.

De ellos aprendió el valor del trabajo y de la tierra, pues Artemio Medina Flores llegó en 1936 desde Valdivia con la fuerza de sus manos. Se estableció junto a Filomena Catalán Cadagán en el sector Seis Lagunas, en las cercanías de Coyhaique, formando a sus hijos Luis Eladio, Octavio, Eduvina, Juan, Hipólito y Domingo.

Su sueño es transformar sus tierras en un campo modelo, “sin basura, sin desorden, donde todo esté bien organizado y aprovechado”, comenta al mostrar orgulloso al secretario regional ministerial de Agricultura, Raúl Rudolphi, lo que ha logrado con el Sistema de Incentivos a la Sustentabilidad Agropecuaria de los Suelos Degradados, el Programa de Desarrollo de Inversiones y el Programa de Desarrollo Local, Prodesal, más un proyecto ovino de INDAP-INIA y otro de plantaciones de INFOR, establecidos en su predio como modelo.

El director regional de INDAP, Carlos Hennicke, destacó que “desde hace cinco años ha limpiado y fertilizado, construyó un galpón de firme estructura y ha organizando ovejas, vacunos, chanchos, gallinas y patos en potreros y corrales”. Además están las cortinas cortavientos, los frutales y la huerta con grosellas, nabos, cebollines, ajos y otros cultivos de autoconsumo que administra Berta.

“Esto es el reflejo de la intención del Ministerio de Agricultura, a través de INDAP, de contribuir al desarrollo de los segmentos más vulnerables de la agricultura chilena, su relación con el medio ambiente y el entorno territorial, generando capacidades productivas y de gestión, que permitan incrementar ingresos y mejorar su calidad de vida. Por ende, se busca dar el valor que la pequeña agricultura se merece en nuestro país”, apuntó Carlos Hennicke.

“Esto da fuerza. Quien planta un árbol tiene una esperanza. El Estado da tanta fuerza al campesino con charlas y recursos y el hombre tiene que dejar huellas en la tierra, porque tras nosotros viene gente y nuevas generaciones”, puntualizó Juan al cerrar la tranquera de ciprés del campo en un luminoso día de primavera, mientras él y quien le visite vislumbran fácilmente su mismo sueño, ya haciéndose real en unos pocos años, cuando dejará las herramientas, viviendo de los frutos de su trabajo.