Alianza Sence-INDAP potencia el huevo magallánico y el sector agropecuario con inversión de $38 millones

Autor: Cristián Morales

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Alianza Sence-INDAP potencia el huevo magallánico

En una parcela del sector alto de Pampa Redonda, en Punta Arenas, alrededor de 10 usuarias y usuarios avícolas de INDAP cambiaron su rutina diaria por aprendizaje en terreno. Entre gallineros, cuadernos y herramientas, afinaron manejo, bioseguridad y alimentación para producir más y mejor. No fue una clase cualquiera: formó parte de la alianza Sence-INDAP, que contempla siete cursos para fortalecer el área agropecuaria. El de manejo avícola ha sido un éxito y dejó un objetivo compartido: elevar el estándar de la producción y del huevo magallánico en una región que aún importa buena parte de lo que consume y que tiene amplio potencial de crecimiento. 

“Vamos por el tercer año del convenio, con más talleres y actividades. Se consolida un modelo de colaboración valioso y necesario para la gente”, señaló Gabriel Zegers, director regional de INDAP. “Este curso responde a una demanda real. El rubro avícola —y especialmente la producción de huevos— enfrenta dificultades, pero es clave para la seguridad alimentaria regional. En Magallanes es fundamental optimizar procesos y asegurar disponibilidad”. 

La jornada combinó módulos teóricos y prácticos: manejo sanitario, reproducción, alimentación, bienestar animal y gestión de costos. Cada asistente recibió un completo kit de herramientas, cuyo costo ascendió a $150.000 por persona y fue pensado para tareas cotidianas de mantención en corrales e infraestructura menor. 

Para el Sence, la capacitación es una palanca concreta. “Esta transferencia al sector público que desarrollamos con INDAP nos permite acercar, a través de la formación, tareas y objetivos que fortalecen la actividad agropecuaria”, explicó Doris Sandoval, directora regional de la institución. 

“La capacitación actualiza saberes con nuevas tecnologías y nos conecta con la realidad de cada comuna en un contexto desafiante. Recuperar capacidades para producir es, literalmente, volver a tener las manos en la tierra”, precisó Sandoval. 

El curso fue dictado por el médico veterinario Luis Vergara, con amplia experiencia en granjas avícolas: “Trabajamos postura, reproducción, alimentación y cuidados durante todo el ciclo. Lo técnico importa, pero lo más valioso fue el intercambio entre los participantes: cada experiencia acelera el aprendizaje”. También advirtió sobre las condiciones locales: “La producción aquí es exigente por los costos del alimento y la disponibilidad de aves, pero la tradición se mantiene; muchas familias incuban de forma natural y, cuando pueden, incorporan pequeñas incubadoras para asegurar consumo y, a veces, vender excedentes”. 

María Colín, campesina e integrante de una cooperativa avícola, valoró el espacio y el trabajo asociativo. “Este taller nos sirvió para ordenar el manejo y entender bien la alimentación por etapas. En la cooperativa ya hemos importado alimento en conjunto para bajar costos, y con más actividades como esta podemos crecer de manera sostenida y mejorar el rubro”, comentó.

Según registros regionales de 2023, el universo local se mueve entre 8 mil y 9 mil gallinas ponedoras, lo que se traduce —a grandes rasgos— en 4.500 a 5.000 huevos diarios. Con una población cercana a 160 mil habitantes, la oportunidad salta a la vista, porque hay mercado; se importa huevo y prácticamente todo lo que se produce se vende a buen precio. Impulsar la producción a pequeña escala es estratégico. La gallina cierra ciclos —consume desechos orgánicos, aporta guano y entrega proteína de calidad—, nutre a las familias y permite comercializar excedentes muy valorados por la comunidad.