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Leche de cabra pasteurizada, quesos y manjar de sabores son la carta de presentación de Doris Arancibia en La Higuera
Hace un año y medio le tenía miedo a las cabras, no sabía nada de la crianza de animales y mucho menos de elaborar quesos o manjar, pero actualmente posee un negocio que gira en torno a todo eso y que, según dice, la hace inmensamente feliz. Es la historia de Doris Arancibia (33), una joven rural, hoy usuaria de INDAP, que cambió la administración de locales de comida por el trabajo caprino, donde prevalece el cuidado animal.
“Un día nos invitaron a Andacollo a la majada de un caballero y a mí, sin mentir, me daban terror las cabras, pero al llegar interactué con los animales y dije: ´ay, qué rica esta sensación. Eran muy dóciles, buscaban cariño y ahí nació la idea de tener cabras. Le conté a mi papá lo que se me había ocurrido, sin saber que él cuando chico había sido criado con cabras a su alrededor”, recuerda Doris.
Fue así como junto a Hugo, su pareja, dieron vida en la comuna de La Higuera a su emprendimiento Aprisco Los Herrera, cuyo nombre es en honor al apellido de sus tres hijos, ya que espera que sigan con esta hermosa labor, “porque los veo bastante entusiasmado y me ayudan en el cuidado de las cabras”. Aprisco se le llama al paraje o refugio donde se resguarda al ganado de las inclemencias del tiempo o los depredadores.
En el negocio comercializan queso y leche fresca de cabra pasteurizada y manjar de leche de cabra con sabores como lúcuma, frutilla, plátano, naranja o maracuyá en formatos 150 y 500 gramos. Además, poseen versiones endulzadas con alulosa, para quienes tengan problemas con el azúcar.

Doris nació en La Serena, pero por asuntos laborales y familiares llegó a vivir al sector El Trapiche. Actualmente posee cerca de 80 cabras, criadas bajo un sistema 100% estabulado.
En el trascurso de este año y medio un pilar fundamental para Doris ha sido INDAP, institución que le ha dado la posibilidad de participar en eventos y ferias donde podido mostrar sus productos y sumar clientes y redes de contactos. También se le cofinanció una conservadora de alimentos, pudo acceder a crédito para capital de trabajo y recibe constantemente la asesoría técnica del programa PADIS (que INDAP ejecuta en La Higuera junto al municipio local).
Al respecto, la emprendedora señala que “INDAP me ha abierto muchas puertas y han sido muy generoso con nosotros en el tema colaborativo. Este año me adjudiqué una cámara de frío y es realmente un alivio. Además, la asesoría y las redes que hemos generado han sido muy buenas”.
El director regional de INDAP, Víctor Illanes, dice que “para nosotros es importante saber que los beneficios que entregamos son un aporte para el mundo rural, porque, tal como Doris, queremos que la Agricultura Familiar Campesina e Indígena cuente con herramientas que le permitan crecer y posicionarse en los territorios donde se desarrollan. Nos alegra saber que cada apoyo que hemos brindado a Doris ha servido para que ella sea más competitiva en los mercados, mejorando sus ingresos y su calidad de vida y la de su familia”.

“Para el Ministerio de Agricultura es relevante que los jóvenes se interesen por el trabajo en el campo, porque así se asegura su permanencia de actividades tan importantes como rubro caprino. En Doris vemos un ejemplo que demuestra que el campo es un lugar rentable y que no solo entrega réditos económicos sino que también contribuye de forma integral a mejorar la calidad de vida de sus habitantes”, indica el seremi de Agricultura, Christian Álvarez.
Doris realiza entrega los viernes y sábados en La Serena, previa coordinación. Quienes deseen adquirir algunos de los productos la pueden contactar en el teléfono +569 8183 3798 o en sus redes sociales: Instagram y Facebook.

Álvaro Figueroa partió con seis matas de calas y hoy vende flores y hortalizas en varias comunas del Biobío
En el sector Puente Perales, a 20 kilómetros del centro de Yumbel, en la comuna homónima de la región del Biobío, está Agroproductos El Rey, un floreciente emprendimiento de hortalizas, flores de corte y plantas, además de licores y conservas artesanales, de Álvaro Figueroa (26) y su madre, Marta Arroyo.
“Este proyecto nació tras la muerte de mi abuelo, en 2012, debido a que a mi mamá le afectó mucho su pérdida. Entonces, le propuse que tuviéramos un pequeño invernadero –ya habían tenido uno para hortalizas de autoconsumo–, para que produjéramos calas blancas y así las lleváramos al cementerio”, cuenta Álvaro, ingeniero agrónomo de la Universidad de Concepción.
Empezaron con apenas seis matas de calas y luego acordaron poner lechugas, para ver qué pasaba, hasta que se dieron cuenta que podían tener muchas cosas en el invernadero. Álvaro implementó un sistema de riego bastante precario, pero que en su momento les funcionó, y llegaron a tener 333 matas de calas para sus peregrinaciones al cementerio y ventas. Hoy su promedio anual alcanza a las 800 varas.
Como siempre le gustó el campo y la comercialización, Álvaro ingresó a estudiar agronomía en la Universidad de Concepción y comenzó a aplicar sus conocimientos en la tecnificación del riego y la diversificación productiva. Su práctica la realizó en la unidad técnica del Programa de Desarrollo Local (Prodesal) de Yumbel, que funciona en convenio entre INDAP y el municipio local, donde aprendió sobre asesorías e instrumentos estatales dirigidos a la agricultura campesina.
“Tras conocer la experiencia del Prodesal, le dije a mi mamá que debía incorporarse al programa, ya que cumplía con los requisitos para ser usuaria de INDAP. Así lo hizo y dimos el primer paso hacia la tecnificación”, recuerda este joven emprendedor.
En 2019 accedieron a un primer proyecto vinculado a Prodesal, consistente en paneles solares, los que cambiaron por completo la vida de ambos, ya que contaban con agua, pozo profundo y muchos deseos de innovar.
Como Álvaro era de la idea de invertir, acordaron con su mamá sumar recursos propios y solicitar créditos para seguir creciendo. “La ayuda de INDAP ha sido gigante”, cuenta Álvaro. “Gracias a las inversiones productivas y créditos empezamos a expandirnos. Considerando que ya teníamos agua y un sistema de riego tecnificado, implementamos un nuevo invernadero”.
Por entonces comenzó la pandemia del Covid-19, pero para Álvaro fue un gran beneficio, ya que tenía clases online y al mismo tiempo podía trabajar en el invernadero, lo que les permitía crecer y comercializar desde su hogar.
En 2020, Álvaro inició su tesis en “Producción de Tulipanes Hidropónicos”. Esto lo llevó a ampliar sus conocimientos en el rubro de las flores y la hidroponía, e incorporó tecnologías sustentables y adecuadas para trabajar en el invernadero.
Simultáneamente comenzaron a producir nuevas especies de flores y hortalizas, lo que sumado a las inversiones productivas del Prodesal, el aporte propio y la utilización de un modelo de trabajo de proyectos del Fondo para la Innovación y Competitividad (FIC) les permitieron establecer en los 3 mil metros cuadrados de su predio un total de 8 naves de invernaderos (producción en acolchados, hidroponía e hidroponía en arena) y 35 microtúneles.
Según Álvaro, las flores de corte, en especial los tulipanes, gladiolos, liliums y calas, siguen siendo muy requeridas por los consumidores, pero tras la pandemia decidieron ampliar la producción de hortalizas, que eran más requeridas. ”Ahora contamos con 10 variedades de lechugas, tomates, habas, porotos verdes, pepinos y zapallos italianos”, dice orgulloso.
Actualmente, madre e hijo reciben en su predio a delegaciones de agricultores provenientes de los alrededores y otras comunas que quieren aprenden del trabajo que han ido consolidando. También llegan clientes a los que les gusta elegir directamente en el predio lo que van a comprar.
El éxito en la comercialización también ha llegado de la mano de las redes sociales (Whattsapp +56 9 5890 5352, Instagram y Facebook) que maneja Álvaro, donde reciben pedidos de Yumbel, San Rosendo y otras comunas cercanas.