Familia de Parral no afloja con la producción de arroz: “Usted lo cocina y al otro día está igual de sabroso”

Autor: Rodrigo Pizarro

Zona Central Mercado Maule
Familia Canales de Parral - producción de arroz

En este mes de los campesinos y las campesinas nos instalamos en una cosecha de arroz para graficar el rol clave de la gente del campo en la seguridad alimentaria en Chile. Reúnen tesón, innovación y la vital decisión de mantener en pie cultivos tradicionales.

Con los pies en el barro, entre vigorosas plantas ricas en arroz largo y grueso en su predio de Parral, los hermanos Juan (46) y Edgardo Canales Rojas (50) y su cuñado Juan Salas (49) representan la experiencia de más de un millar de arroceros de las regiones de Maule y Ñuble, quienes a punta de adaptación e inversiones mantienen con muy buena salud este cereal en Chile.

Son herederos de un rubro antiguo en ese territorio reconocido como la capital del arroz en Chile. “Mi papi sembraba arroz y a uno desde chico le tocaba ayudar. En ese tiempo se pasaba el palo con caballos en el agua. Como uno era livianito, era la pega que le tocaba, y cuando estaba todo listo él sembraba”, señala Edgardo recordando a su padre Medardo.

El trío de agricultores trabaja como antes, con los pies en el barro, como obliga ese suelo único, pero ya no se sumergen en piscinas de riego ni utilizan caballos. Bajos rendimientos, déficit hídrico, alza en insumos y difícil mano de obra obligaron hace unos 15 años a cambiar esa forma de hacer la pega y, con respaldo de INDAP, INIA y FIA, entre otros, se atrevieron con variedades generadas en Chile con mejor calidad y capacidad ante la sequía. Cambiaron la arquitectura de la siembra y aplicaron nivelación láser, drones y finas cosechadoras.

 “Cuando uno era cabro los rendimientos no eran buenos. Después llegaron los subsidios y, por ejemplo, se logró pasar a la pala láser, se borraron los pretiles, se agrandaron los cuadros. Hoy cae cada vez más grano, el nivel de agua es mejor y la planta sale mejor”, celebra Edgardo. “Ahora estamos más modernos y con eso se trabaja mejor la tierra, hay más cultivo, hay más nivelación y es mejor el riego”, refuerza su cuñado Juan.

El arroz de producción nacional es adquirido por grandes industrias como Tucapel o Carozzi, y otras más pequeñas como Santa Marta o Aparicio y García, donde llegan los granos de los hermanos Canales. En este último eslabón INDAP también ha actuado mediando en favor de los arroceros más chicos con la agroindustria para la transparencia de los precios y el acceso a beneficios como bonificaciones por cumplir asociativamente metas de volumen. 

Aunque no abastecen toda la demanda del país, las empresas saben que especialmente en la zona centro sur es preferido para las comidas y los postres por textura, porte y sabor. Juan Salas está seguro: “El arroz que hacemos aquí en Parral sale más sabroso, menos contaminante y es todo más natural”. Edgardo Canales, que también lo cocina, agrega: “El arroz chileno usted lo cocina y al otro día está igual de blando y sabroso”. 

INDAP ya proyecta la extensión de su Programa de Cultivos Tradicionales, que focaliza asistencia y recursos para arroceros como estos de Parral. INIA, en tanto, sigue trabajando en semillas eficientes y sanas: en efecto, los arroceros del sur esta temporada ya sembrarán la nueva variedad Jaspe, que exige menos tiempo en agua entre otras virtudes.