Con un cinsault calificado por el jurado como “pura seda”, entre otros elogios, Lirta Fierro de Ránquil, ganó otra vez medalla Gran Oro y trofeo al Mejor entre las cepas ancestrales. Integra una camada de sorprendentes pequeñas viñas campesinas que empuja INDAP.
Un día cualquiera, hace poco más de 10 años, Lirta Fierro despedía nuevamente a su marido Manuel Muñoz que partía desde su campo en Ñipas, Ránquil, a una necesaria temporada de trabajo en la minería en Calama. Durante estos días de soledad en las 5 hectáreas familiares, miró las parras y los bajos ingresos por la venta de uva a granel y decidió ir más allá: preparar vino y apostar a dar un salto que les generara más ganancias.
“Me aburrí, porque estábamos regalando la uva”, cuenta sobre esa decisión de vinificar que en aquel entonces la llevó a cortar con la venta directa a intermediarios que a cambio ofrecían una “muy mala paga”. Actuó rápido. “Él se fue y yo me fui al SAG y a Impuestos Internos a obtener los permisos”, recuerda. ¿Y el nombre de la empresa?, le preguntaron, para inscribirla. Doña Elita, respondió, clara de impregnar su sello en esta apuesta.
“Cuando Manuel volvió de visita unas semanas después, lo sorprendí con el olorcito a chicha que sale cuando comenzamos a preparar los vinos.” Ya estaban las cartas echadas en este juego que la vería pocos años después convertida en una de las más destacadas representantes de la nueva viticultura del valle del Itata (Ñuble) y sus viñas familiares, esas que mantienen cepas fundadoras de la historia del vino en Chile y hoy sorprenden con una potente propuesta en sabor, aroma e identidad.
El mejor vino ancestral
El tesón y la experiencia familiar acumulada -fue criada entre parras y toneles de vinos que producían sus padres y abuelos- fueron fundamentales para el salto que dio Lirta Fierro, junto al apoyo que encontró de INDAP, servicio que sostiene una estrategia de desarrollo para este sector que incluye su presencia en certámenes que validen objetivamente sus cualidades como el Catad’Or World Wine Awards, el concurso vitivinícola más relevante de Latinoamérica que cada año recibe a destacados exponentes de Chile y el mundo y entre ellos a las viñas campesinas nacionales.
Este año, en la trigésima versión celebrada en noviembre en el Monticello Gran Casino, Lirta Fierro estuvo entre los principales premiados: su Doña Elita Cinsault 2022 logró medalla Gran Oro, la máxima distinción otorgada por el jurado internacional, y además fue reconocido con el trofeo al Mejor Vino Ancestral.
Las razones del jurado para este galardón quedaron en actas: es un vino “con el inconfundible acento del Valle de Itata”, que en nariz “despliega un abanico de frutos rojos frescos” y luego “emerge un sutil toque terroso”. Al paladar, agregan, “es pura seda, de cuerpo medio y elegante, con una vibrante acidez”; y el final, remata la descripción, “es persistente, dejando un eco afrutado que invita a otro sorbo”.
Orgullo para Lirta y el equipo de INDAP Ñuble especialmente porque no es la primera vez que llega a lo más alto en el certamen: en 2019 ya había sido premiada por su Doña Elita Brut Cinsault 2018 con medalla Gran Oro y el trofeo Mejor Espumante Ancestral.
“Siento una alegría muy grande porque veo los resultados de mi esfuerzo. Me he aplicado y tengo estos resultados con esta viña y esta bodega tan chicas”, comenta sobre este momento estelar que además se refleja en el interés renovado de los clientes que la conocen en ferias locales y nacionales, le piden despachos o acuden a su bodega. Esta última opción sumó otro logro para Doña Elita: su ruta guiada por el predio obtuvo el Sello R de Registro de Sernatur, que acredita estándares formales y de calidad en sus servicios.
Lirta, que maneja de manera exclusiva todos los procesos de la bodega, señala que su clave para esta victoria es que “no me descuido en ningún momento, le dedico todo el día. En la noche también voy a ver a la bodega por si acaso y si llueve parto de inmediato cuando sale el sol”.
Oferta patrimonial
Vino dulce, rosé, late harvest, tintos y espumantes, ofrece a partir de sus parras de cepas patrimoniales País, Moscatel y Cinsault, además de la tradicional Malbec. Son guías y troncos que crecen en el secano costero -sin riego-, y que en el caso de las primeras suman hasta un siglo de residencia en esos predios, sorteando el cambio climático, incendios y la amenaza del arranque desde la raíz por los precios tan bajos de las uvas.
La cepa cinsault, que en Ñuble registra su mayor presencia en Chile con 857 de 1.000 hectáreas desde su introducción tras el terremoto de Chillán (1939), es base de los dos vinos más premiados de Doña Elita que aprovecha a pleno sus cualidades luego de décadas utilizada como “cargadora” para agregar color y fuerza a vinos con la cepa país.
Para ir por uno o más sorbos de sus vinos, y aprovechar alguno de los cerca de 10.000 litros que Lirta Fierro tiene disponibles para envasar y vender, esta es la ruta: @vinadonaelita / Tienda: www.AlmadelItata.Cl
ANEXO: En Catad´Or 2025 se presentaron 80 viñas, bodegas y sidrerías de la agricultura familiar y campesina con el patrocinio de INDAP, con 200 etiquetas. Además de esta medalla Gran Oro, el valle del Itata fue el más premiado con otras 15 medallas de oro. En total hubo 53 medallas para vinos y destilados de este sector entre Tarapacá y Los Lagos.