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Productora de Cholchol Ginette Rivera Tralma cuenta el secreto del “verdadero merkén mapuche”
“El merkén lleva muchísimos años en la cultura mapuche y siempre fue un condimento gourmet, ya que su elaboración era lenta y difícil, llevaba mucho tiempo, y no se le servía a cualquiera, era solo para las personas que se quería agasajar o para alguien de relevancia. Se ponía en un pocillo pequeño con una cucharita para agregarle a las comidas ya preparadas o mezclarlo con manteca de cerdo, la color que se le llamaba, para ponerle a las legumbres”. El relato lo hace Ginette Rivera Tralma (51), pequeña productora campesina de La Araucanía.
Ginette nació en Santiago, pero se crio en el sector Curaco (“agua sobre piedra”, en mapudungún) de la comuna de Cholchol (“lugar de cardos”). Ahí se casó, tuvo un hijo –actualmente sonidista y el “catador oficial” de sus productos–, enviudó y volvió a encontrar el amor junto a su actual pareja y mano derecha, Juan Lepin.
Tras ser dueña de casa durante largos años, en 2009 se decidió a emprender. Vio un ají rojo en una publicación y le llamó la atención: “Pensé que en el sur se come mucho ají, casi como si fuera mantequilla, y me quedó dando vueltas”. Luego participó en una capacitación en la Escuela de Agronomía de la Universidad Católica de Temuco, donde se hizo un diagnóstico de los productos de La Araucanía con potencial, y otra vez salió el ají al baile, el cacho de cabra.
Así fue como comenzó a producir merkén con la marca Curaco Gourmet, respetando la tradición mapuche, la receta familiar: “El ají se cosecha entre marzo y abril y para conservarlo se ponía en la parte superior de los fogones, para que el calor lo fuera secando y no se echara a perder. Ahí se iba ahumando sobre el fuego de las maderas por dos a tres meses. Luego se limpiaba, se le sacaba el pedúnculo, se tostaba en callana u horno a leña a fuego moderado, igual que la harina, y se molía sobre una piedra una y otra vez hasta que quedara granulado. Se le agregaban semillas de cilantro tostadas y sal. Solo eso, eso es el merkén”.

Pero aunque la receta sea la misma, afirma Ginette, el sabor del merkén varía según las zonas, lo que depende mucho del tipo de ají, de la forma de cultivo, de la tierra, del tiempo de ahumado, de la madera que se use, entre otros factores. “Aunque todos lo hagan de igual manera, nunca queda con el mismo sabor ni color. Yo mantengo todo el proceso tradicional, pero cuento con una línea de producción para poder hacerlo en mayor cantidad, ya que es un proceso lento”, cuenta.
También hace una distinción entre quienes hacen el merkén con amor y respeto de los productos industrializados que se encuentran en el mercado. “Para mí eso no es merkén, porque se hace a granel y pierde toda la esencia, el alma que debe tener este producto. Lo hacen mal, le agregan otras cosas, no pica, no es la verdadera receta”.
A cada feria a la que asiste, Ginette va con un traje y joyas típicas mapuche. Asegura que no lo hace para vender más –también produce otros condimentos deshidratados, como hierbas para aliñar carnes y pescados, poleo, melisa, ajo-pimentón y manzanilla–, sino que por el orgullo que siente por su cultura. ”Este atuendo es parte de mi vida, es algo que nace de mi corazón y me conecta en forma espiritual con mi pueblo”, dice.

Con esa misma indumentaria y su corazón colmado de alegría, la pequeña agricultora usuaria de INDAP recibió el Premio al Emprendedor BancoEstado 2019 en la categoría de Emprendimiento Consolidado. Hoy comercializa sus condimentos, que cuentan con el Sello Manos Campesinas, en locales de Temuco (Pabellón Araucanía), Valdivia, Valparaíso, Viña del Mar y Santiago (Tienda Mundo Rural Palacio La Moneda) y su deseo es seguir conquistando mercados a nivel nacional.
Al momento de agradecer, dice que INDAP ha sido fundamental en su emprendimiento, porque le permitió crecer. “Me apoyó para tener mi sala de almacenaje e invernaderos, y permanentemente me invita a ferias. En este servicio también nació el Mercado Campesino Raíces Araucanía, que integramos emprendedores de 17 comunas de la región y con el que hemos llegado a numerosos espacios de comercialización. Cómo no me voy a sentir realizada”, dice Ginette, quien estará en la próxima ExpoMundoRural de Santiago que se realizará del 22 al 25 de este mes en el Centro Cultural Estación Mapocho.
Teléfono: +56 9 7921 4132
Facebook: Merkén Curaco
Instagram: @curaco_gourmet

Primer Encuentro de Sustentabilidad de la Agricultura Familiar Campesina realizó INDAP Ñuble
Identificar principios y criterios de agricultura sustentable, así como recomendaciones de buenas prácticas aplicables al sector, debe ser una primera tarea para enfrentar el desafío que enfrenta la Agricultura Familiar Campesina en términos de sustentabilidad. “Los municipios hoy juegan un papel fundamental para enfrentar el desafío del cambio climático”, indicó el director (S) de INDAP Ñuble, Luis García, aludiendo a la Ley Marco de Cambio Climático 21.455, “pero gran parte de ellos no cuentan con instrumentos de planificación propios que les permitan asumir acciones concretas. En este contexto debemos iniciar un trabajo que permita prevenir y controla la escasez hídrica, por ejemplo con el desarrollo iniciativas hídricas locales concretas para el uso eficiente del agua”. También llamó a los asesores y los Prodesal a sumarse a este desafío, coordinando el accionar de las organizaciones en torno a la sustentabilidad.
Durante el taller, Valentina Sotelo, jefa del Departamento de Sustentabilidad e Inversiones de la División de Fomento de INDAP, expuso sobre “Sustentabilidad y Agroecología en la AFC: Un Lineamiento Estratégico de INDAP”, donde recalcó que el trabajo que se realice tendrá como pilares para impulsar la transformación de la Agricultura Familiar en una agricultura sustentable la agroecología, el cambio climático y biodiversidad y patrimonio, con énfasis en los territorios.
Dentro de los criterios de sustentabilidad, una línea importante es la agroecología, que implica una mirada integral sobre el ecosistema, considerando la producción agropecuaria a partir del diálogo de saberes entre la academia y el campo; entre tradición y conocimientos científicos, incorporando la tecnología que permita producir en forma sustentable y saludable.

En este marco, Cecilia Céspedes, investigadora de INIA Quilamapu se refirió a los principios, prácticas y factores de éxito en la producción con criterios agroecológicos. “La agroecología es un gran paraguas que nos da los lineamientos para hacer una agricultura sostenible, porque bajo ese paraguas tenemos muchas formas de producir: agricultura biodinámica, natural, permacultura y la agricultura orgánica o ecológica”, indicó. Agregó que los sistemas productivos deben considerarse como una unidad: “Los distintos rubros no son independientes. Por ejemplo, si tengo animales también tengo estiércol que puedo usar en el reciclaje y eso me va a servir de insumo para fertilizar. Todo está unido”.
La última ponencia correspondió a Manuel Palacios, que analizó junto a los asistentes la “Aptitud térmica de cultivos en la región de Ñuble en un escenario de cambio climático”, una herramienta que permitirá a los agricultores que quieran establecer un cultivo recibir orientación para determinar si la zona escogida es o no la más apropiada para el cultivo y la variedad determinada, lo que entrega una nueva herramienta en el desafío de adaptarse a los nuevos patrones climáticos mientras se cumple con la condición de producir alimentos.
El encargado de cámara climática TELESIG en INIA explicó que usando inteligencia artificial es posible predecir las zonas de la región que serán más cálidas o más frías en un período de 20 años y, por ende, si serán o no apropiadas para el establecimiento de cultivos agrícolas.
La jornada, que incluyó un conversatorio sobre la forma de plasmar esta información en herramientas para los pequeños productores, terminó con una visita a la cámara climática de INIA Quilamapu.

INDAP busca mejorar el seguro agrícola para beneficio de pequeños productores de La Araucanía
En Temuco se desarrolló la reunión anual regional de la Mesa de Seguro Agrícola, una instancia en donde participaron el subdirector de Agroseguros, Ibar Silva, y representantes de la División de Asistencia Financiera de INDAP, la empresa aseguradora HDI y la corredora Gallagher, además de ejecutivos del servicio del agro de toda la región.
Según Alejandro Palma, jefe regional de la Unidad de Asistencia Financiera de INDAP, el objetivo de la actividad fue analizar a cabalidad el instrumento del seguro agropecuario y sugerir propuestas de perfeccionamiento. “De esta manera, buscamos mejorar la herramienta y así entregar una mejor cobertura para las agricultoras y agricultores frente a las variables climáticas, principalmente”, dijo.
“El seguro agrícola es un instrumento interesante, ya que permite a los emprendedores rurales asegurar al menos tres cuartos de sus costos de producción. Por ejemplo, INDAP, a través del Programa de Apoyo a la Contratación de Seguros Agropecuario (PACSA), subsidia hasta el 95% del costo de la prima neta no subsidiada por Agroseguros, y es así que el máximo copago neto para el agricultor cuando se trata de cultivos anuales y rubros bovinos, ovinos y apícola, corresponde al 5%; en el caso de los frutales es del 10%. En todos los casos, se debe considerar el pago de IVA.”, añadió Palma.
Para mayor información, visitar www.indap.gob.cl/seguros.

Mónica Venegas, alfarera en greda negra de Quinchamalí: “Cada pieza cuesta mucha pega y mucho humo”
Acostumbrados a los productos en serie, muchos podrían pensar que los tradicionales chanchitos, guitarreras y pailas de greda negra de Quinchamalí son todos iguales, pero no es así. “No existe uno igual a otro, son piezas únicas, cada una con sus pequeños detalles”, dice Mónica Venegas Rojas (57), una de las 23 socias de la Unión de Artesanas de este poblado de la comuna de Chillán, en la Región de Ñuble.
Nacida y criada en Santiago, Mónica estudió confección de vestuario en un liceo técnico y en 1984 se radicó en la zona, tras viajar junto a su marido, pequeño agricultor con quien tiene cuatro hijos. Ahí las tías de su esposo la iniciaron en este arte tradicional: “Cocer la greda a fuego directo, ver cuando las piezas pasan del rojo vivo al negro intenso, teñirlas, fue algo que no conocía y me cautivó. Ser artesana estaba predestinado para mí”, cuenta.
“El primer contacto de mis manos con la greda fue mágico y supe de inmediato que no la dejaría jamás, porque me dio alas para crear y soñar. Hoy soy orgullosa defensora de mi arte, que sólo me ha dado satisfacciones y me hace vivir. Es como el pan y el té de cada mañana”, agrega la cultora, quien ya suma más de tres décadas de oficio y que estará presente en la ExpoMundoRural Ñuble de INDAP en octubre próximo.
Sobre esta alfarería con denominación de origen, que le ha valido ser Tesoro Humano Vivo 2014, recibir dos Sellos de Excelencia a la Artesanía, participar en la Expo Milán y viajar a Perú, México y Marruecos, dice que se sabe poco: “Las guitarreras, que representan a las cantoras populares de los años 60 y al matriarcado de Quinchamalí, y los chanchitos de la suerte, los únicos del mundo con tres patas (salud, dinero y amor), son piezas únicas que cuestan mucha pega y mucho humo”.

Cuenta que durante el verano se recolecta la greda que usarán el resto del año -así como el guano de vacuno para la cochura y el de caballo para el teñido- y que elaborar las piezas va mellando la salud de las alfareras con el paso del tiempo: “La mayoría termina con enfermedades pulmonares, reumáticas o a la vista”.
El paso a paso de Mónica parte extrayendo la materia prima en diferentes terrenos de su zona, para luego secarla. Remoja lo que empleará, le agrega arena amarilla y la amasa con los pies. La deja reposar, elimina cascajo, carboncillo, semillas y raíces, y bastonea para cortar el trozo que va a usar. Las piezas utilitarias se trabajan en una tabla lisa desde la base, y las ornamentales, con una esfera de inicio. Se paletea, se orea y se comienza a armar.
Luego vienen el bruñido, secado, lustrado a la antigua (con grasa de ave) y esgrafiado con una aguja de victrola, con motivos tradicionales: flores de cerezos, hojas de higueras, espigas de trigo. En verano las piezas se ponen al sol y luego al fuego. En invierno son ahumadas en canastos de alambre y de ahí van a la colchura, a 920 grados de temperatura. Finalmente se quita el hollín y se pone el colo blanco en los dibujos
En 2016, y durante siete meses, Mónica y otras seis artesanas de Quinchamalí trabajaron en las 207 piezas que dieron vida al mural a Violeta Parra en su casa natal de San Carlos, con motivo del centenario de su nacimiento. “Fue un gran desafío y debimos adecuar nuestras técnicas a lo que pidió la encargada del proyecto. El resultado fue impactante, único. Así como Violeta alguna vez promovió nuestra artesanía, nosotras le devolvimos la mano y la retratamos desde su nacimiento hasta que nos dejó. Recientemente volvimos para restaurar el mural”, dice.

Cuenta que la pandemia la golpeó duro, ya que las ferias se cancelaron y no llegaron visitantes a la zona. Por esa razón, con el apoyo de sus hijas, se volcó a las redes sociales para subsistir. En este período también recibieron, como Unión de Artesanas de Quinchamalí, un sorpresivo pedido de YouTube, filial América Latina, para quienes hicieron medio centenar de piezas con su ícono play para regalo corporativo.
Actualmente, Mónica integra el Servicio de Asesoría Técnica (SAT) de Turismo Rural de INDAP en Ñuble, donde se adjudicó un proyecto para implementar su taller, donde recibe a los visitantes y realiza talleres y capacitaciones, y paralelamente le transmite sus saberes a su nieta Javiera (10), que vive con ella.
A su juicio, la alfarería debiera ser una asignatura obligatoria en los colegios de la zona, ya que así los niños y niñas de Quinchamalí podrían enamorarse de la greda como ella lo hizo: “Nosotras estamos dejando un legado, un camino andado, y no hay que dejar que se pierda”, afirma.

Teléfono: +56 9 8416 5577
Instagram: @mujer_alfarera
Sitio web: www.alfareriadequinchamali.cl